Astrónomos consiguen fotografiar con detalle esta enigmática sustancia alrededor de galaxias a 2,2 millones de años luz .
Un equipo de astrónomos ha conseguido crear uno de los mapas más perfectos y detallados de la materia oscura, la sustancia, invisible y de la que apenas se sabe nada, que compone la mayor parte del Universo. Estas nuevas observaciones, realizadas alrededor de un gigantesco cúmulo de galaxias a 2,2 millones de años luz de distancia de la Tierra, pueden dar pistas sobre la formación del Cosmos en sus primeros años y ayudar en la búsqueda de una explicación sobre qué es, precisamente, esta materia oscura, uno de los problemas centrales de la física y la astronomía modernas.
El equipo, dirigido por Dan Coe, investigador del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena (California), utilizó la cámara avanzada del telescopio espacial Hubble para identificar esta materia invisible en el cúmulo masivo de galaxias Abell 1689, situado a 2,2 millones de años luz y que contiene 1.000 galaxias y billones de estrellas.
La materia oscura, carente de átomos, se distribuye alrededor de las galaxias en forma de halos irregulares. Resulta indetectable tanto en el rango de luz visible como en el resto de longitudes de onda de los telescopios, así que su existencia debe ser deducida de otras formas: en los efectos gravitatorios que provoca en otros objetos que sí podemos ver, como, en este caso, los cúmulos galácticos. Este tipo de pruebas nos han permitido conocer que la materia oscura es muy abundante, ya que forma el 23% de la masa total del Universo. La materia que conocemos, la que forma desde un planeta a una cucaracha -todo lo que vemos- es solo un minúsculo 4%. El resto es energía oscura, una fuerza aún más misteriosa.
Un equipo de astrónomos ha conseguido crear uno de los mapas más perfectos y detallados de la materia oscura, la sustancia, invisible y de la que apenas se sabe nada, que compone la mayor parte del Universo. Estas nuevas observaciones, realizadas alrededor de un gigantesco cúmulo de galaxias a 2,2 millones de años luz de distancia de la Tierra, pueden dar pistas sobre la formación del Cosmos en sus primeros años y ayudar en la búsqueda de una explicación sobre qué es, precisamente, esta materia oscura, uno de los problemas centrales de la física y la astronomía modernas.
El equipo, dirigido por Dan Coe, investigador del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena (California), utilizó la cámara avanzada del telescopio espacial Hubble para identificar esta materia invisible en el cúmulo masivo de galaxias Abell 1689, situado a 2,2 millones de años luz y que contiene 1.000 galaxias y billones de estrellas.
La materia oscura, carente de átomos, se distribuye alrededor de las galaxias en forma de halos irregulares. Resulta indetectable tanto en el rango de luz visible como en el resto de longitudes de onda de los telescopios, así que su existencia debe ser deducida de otras formas: en los efectos gravitatorios que provoca en otros objetos que sí podemos ver, como, en este caso, los cúmulos galácticos. Este tipo de pruebas nos han permitido conocer que la materia oscura es muy abundante, ya que forma el 23% de la masa total del Universo. La materia que conocemos, la que forma desde un planeta a una cucaracha -todo lo que vemos- es solo un minúsculo 4%. El resto es energía oscura, una fuerza aún más misteriosa.
Como en un espejo de broma
En el grupo estelar Abell 1689, como en el resto, la gravedad actúa como una lupa cósmica, amplificando la luz de las galaxias distantes detrás de él. Este efecto, llamado lente gravitacional, produce imágenes deformadas y ampliadas de las galaxias, como cuando nos miramos en uno de esos espejos de broma.
Mediante el estudio de estas imágenes distorsionadas, los astrónomos estimaron la cantidad de materia oscura dentro del cúmulo. Y descubrieron algo curioso. El centro de Abell 1689 es mucho más denso en materia oscura de lo esperado para un grupo de su tamaño. Los resultados sugieren que los cúmulos de galaxias pueden haberse formado antes de lo esperado, antes de que el empuje de la energía oscura, que empuja a las galaxias a separarse unas de otras, inhibiera su crecimiento. Una de las formas en las que los astrónomos pueden confirmar este primitivo tira y afloja es, precisamente, a través del mapeo de la distribución de materia oscura en los cúmulos.
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